Te marchaste un día
cuando el sol dormía en mi ventana
tibias … estaban aún, nuestras sábanas
dibujadas por tu cuerpo en esa cama
envueltas de ese amor … casi sin comienzo.
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Nos amamos
al candor de los pálidos rayos de la luna
guardadas en esa gran paz de la nada,
purificadas al resplandor
de ese amor... con sabor a nada.
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De ese tiempo inexorable
que marcó nuestro adiós
grabados en su verbo casi sin nombre
arrebatando de mi… todo lo mas deseado
en ese ardor …perdido en nuestras miradas.
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¡Tiempo!… no dejes llevar mis recuerdos
que se guardan tristes en estos versos,
no dejes que la tristeza... alimente el alma
en el éxtasis, de un amargo desengaño.
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Amada… recibe este beso
de este mi postrer y último aliento,
de este amor que tuvo un comienzo,
esfumándose, como una leve brisa
que se llevó el viento.
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SACARIAS